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Los mineros: de la ilusión a la realidad
Este jueves se cumple un año de salida de los 33 mineros chilenos de la mina
Tienen que ponerse las pilas, porque las cosas no van a aparecer gracias al Divino. Tienen que volver a encarrilarse". André Sougarret, jefe de operaciones del rescate de los 33 mineros, este jueves hace exactamente un año, le repitió al diario La Tercera lo que les dijo a los operarios de la mina San José una vez en la superficie. Que la vida sigue y que hay que afrontarla. Lejos de un futuro promisorio, lleno de éxitos y fama, los mineros viven una dura realidad. Casi nada ha sido como lo imaginaron.
El 13 de octubre del año pasado a las 0.10 de la madrugada chilena, Florencio Ávalos emergió al aire fresco de la noche del desierto del Atacama encerrado en la cápsula Fénix. Así se inició el final de un rescate de película, con un seguimiento mediático sin precedentes para este tipo de operativos. Casi 22 horas después, el resto de los 32 mineros –todos chilenos menos uno, boliviano– volvieron a la superficie luego de 69 días enterrados a 700 metros de profundidad a causa de un accidente en un yacimiento el 5 de agosto de 2010.
Las tareas para liberar el grupo de mineros comenzaron el 22 de agosto, 17 días después del derrumbe de la mina, gracias a que una sonda logró dar con los trabajadores que enviaron una famosa nota: "Estamos bien en el refugio los 33". El gobierno de Sebastián Piñera se puso al frente de los planes de salvamento y en el gran día las cámaras y los flashes apuntaron tanto a él como a los mineros que, como casi todos aseveraban, tenían el futuro asegurado.
La verdad es que los 33 mineros luchan hoy por rehacer sus vidas, lejos del glamour, con las mismas penurias que antes y con la carga psicológica de haber vivido un episodio traumático. Algunos lograron encauzar su carrera profesional por el lado de las conferencias motivacionales, otros consiguieron discretos trabajos en diferentes áreas y cuatro continúan vinculados a la minería. Los ahorros por entrevistas exclusivas a los grandes medios se van desvaneciendo. Las invitaciones a eventos y los viajes por el mundo se acabaron.
Entre las promesas cumplidas cuando los operarios de la mina salieron a la superficie estuvo la del excéntrico empresario Leonardo Farkas, que regaló una moto y 6.900 euros a cada uno de ellos, además de comprarles casas a dos mineros que carecían de vivienda. Fue un momento en que los mineros eran auténticas celebridades, que habían sido vistos por 1.000 millones de personas en todo el mundo. El tiempo pasó y poco quedó. Apenas ocurrió la disposición del gobierno el pasado agosto de una pensión de US$ 540 mensuales para los 14 mineros más veteranos y enfermos.
Los "33 de Atacama" aún esperan la respuesta a su demanda contra el Estado por negligencia, por la cual exigen una indemnización de US$ 500 mil para cada uno. Incluso, aguardan la investigación que la Fiscalía inició sobre los dueños de la mina San José, Alejandro Bohn y Marcelo Kementy. Podrían presentar otra demanda y obtener otra indemnización.
Vida nueva, vida vieja
"Estos mineros no van a tener problemas", dijo el famoso conductor de televisión chileno Don Francisco en octubre del año pasado. Se equivocaba de pe a pa. Quizá, solo Mario Sepúlveda, Súper Mario para los medios, logró sacar partido de la fama. Como tipo extrovertido y gran comunicador, cuenta con una web y un representante para tratar con la prensa. Recorre el mundo dando charlas de motivación; hoy retorna a Chile de Estados Unidos. Del resto no se puede decir lo mismo.
"Hay algunos que les cuesta recordar, sufren, no todos tenemos la misma capacidad para reponernos", señaló Luis Urzúa, el jefe de turno del grupo y último en salir de la mina. Siete de los mineros se encuentran con licencia médica, por haber pasado más de dos meses bajo tierra y mal comer durante las primeras dos semanas, en medio de la oscuridad y el calor. Llegaron a pensar en comerse al primero que muriera. Yonni Barrios, el enfermero de los 33, padece una enfermedad en los pulmones, típica del minero. Edison Peña, que hacía deporte en el fondo de la mina y que imitaba a Elvis Presley, relató que sufre problemas con las drogas y el alcohol y que se encuentra en la miseria; Jimmy Sánchez, el más joven, de 20 años, tiene pesadillas todas las noches, ha sufrido ataques de pánico y no tiene trabajo.
Osmán Araya y Darío Segovia venden frutas y verduras en un mercado de Copiapó; Víctor Segovia es chofer; Pedro Cortés, sin seguro de salud ni pensión –"no tenemos donde caernos muertos", ha dicho–, está terminando los estudios gracias al aporte de un ciudadano suizo; el ex futbolista Franklin Lobos trabaja en las divisiones juveniles de Deportes Copiapó; el boliviano Carlos Mamani, que rechazó una oferta de empleo en su país, está buscando trabajo en Chile.
Pese a este panorama, los mineros no pierden las esperanzas. Crearon una sociedad anónima para explotar los derechos en películas y libros –estarían dispuestos a romper el pacto de silencio acordado bajo tierra–, y los beneficios se repartirían entre todos. Por ahora, deberán conformarse con el cariño con el que el mundo entero sigue mirando a lFuente
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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