Señor Director: el mercurio
Hace poco más de un año, la Fundación Beethoven me contactó para financiar la visita a Chile de la Orquesta Filarmónica de Israel dirigida por el maestro indio Zubin Mehta. En esa oportunidad, Isaac Frenkel me dijo que nadie había accedido a donar la enorme cantidad de recursos necesarios para financiar este proyecto cultural, y que sin mi aporte este evento no hubiese sido posible. Esto fue un año antes de la muerte del señor Ricardo Claro.
Yo accedí a la petición, pero bajo la condición de que el concierto fuera gratis, masivo y destinado a estudiantes de música y gente de todos los estratos sociales, colores políticos, sexo y color de piel. En ese momento le planteé la posibilidad de que yo pudiera distribuir cinco mil entradas para jóvenes músicos y alumnos de escuelas artísticas, a lo cual accedió.
Más tarde, cuando ya se había confirmado el evento, el mismo Frenkel me planteó que había conversado con la señora Luisa Durán de Lagos, directora ejecutiva de la Fundación Orquestas Juveniles, y que a través de esta fundación y otras se entregarían las invitaciones a los jóvenes, lo que es muy bueno, y entonces sólo me darían mil entradas para mis otros invitados.
El concierto, tal como yo quería que se hiciera, estaba en marcha, pero Frenkel quiso hacer un segundo concierto en el Teatro Municipal, el que no quise financiar después de dos intentos de convencerme.
Esta situación me duele aún más, porque con Isaac Frenkel nos unen lazos de familia. Su hijo está casado con mi hermana melliza. Ese vínculo me aseguraba que esta actividad se haría de buena forma y de acuerdo con los criterios de acceso a la cultura para los más pobres, como yo lo pedía. Ahora este señor lanza acusaciones falsas en mi contra y contra mi familia, siendo que yo nunca mencioné su nombre. Esta actitud no tiene una explicación lógica. Y en mi libro, la familia es lo más importante del mundo, más que el ego de este señor o lo que fuera, y eso no tiene perdón.
Personalmente, entregué una serie de invitaciones que tenía comprometidas a una orquesta de 40 niños ciegos, aunque él lo desmiente y dice que él lo hizo. Eso es falso, y tengo las cartas de agradecimiento y, obviamente, les di muy buenas ubicaciones. Isaac Frenkel me planteó que podían estar en la galería, pero yo me negué a eso. No estoy dispuesto a discriminar a niños ciegos o a estudiantes pobres. Ellos ya son discriminados todos los días en la educación, en la salud y no quiero que los pongan en el último lugar de un concierto que yo financié.
Esta situación es de locos. Todo lo que salió en "El Mercurio" es 100% correcto. Si no lo fuese, cómo se explica que en las venidas anteriores no se invitó a cinco mil jóvenes estudiantes ni se hizo en el Arena Santiago o que nunca se ha tocado un tema chileno, y que esta vez se tocará el tema "Gracias a la Vida", sólo en el Arena Santiago y no en el Municipal si yo no tuviera nada que ver con esto, como dice Frenkel.
Mi intención nunca ha sido denigrar a nadie. Tengo dinero, y me lo he ganado con esfuerzo y nadie me ha regalado nada, pero también tengo una conciencia que a muchos de mis colegas millonarios les hace falta y lo digo cada vez que puedo. No estoy acostumbrado al doble estándar: a pensar una cosa y a decir otra.
En Chile, al que ayuda sin pedir nada a cambio -como me pasó en muchos lugares, incluida la Teletón- lo tiran al suelo y lo único que se logra es que inventen mentiras para defender a los pocos ricachones que dirigen este país. La aristocracia chilena no entiende que un músico, joven, rubio y chascón que no le debe un favor a nadie, haga caridad y beneficencia. No me avergüenza tener dinero, tampoco el trabajo de músico que hice para conseguirlo y me hace feliz ayudar al resto. Son cientos de obras a las que he aportado sin contarle a nadie.
Asistir al concierto de la Filarmónica de Israel con Zubin Mehta es una oportunidad que todos deberían tener, y yo estoy feliz de que sean jóvenes y gente de escasos recursos los que participen y se emocionen gratuitamente con esa música.
La gente de Chile espera que sus líderes sean generosos y tengan conciencia social, y es por eso que un grupo de personas propuso postularme a la Presidencia, pero yo no quise aceptar porque soy un soñador al que le duelen los ataques falsos de gente egoísta y envidiosa.
No asistiré al concierto y les pido a mis amigos de la Tercera Región, a los 40 niños de la orquesta de ciegos, a los estudiantes pobres de Lo Barnechea, a los doctores de la Fundación Debra, y a los profesores de música de los colegios a los que les envié personalmente una invitación, que me disculpen por no acompañarlos. Estaré feliz sabiendo que escucharon buena música.
Sin mi aporte, este concierto no habría sido posible, y no entiendo por qué me pagan de esta forma. Lamentablemente, me obliga a decir a los directores de fundaciones y de agrupaciones culturales y de otros que me solicitan ayuda constantemente que nunca más lo hagan. Esto ya rebasó el vaso
Mi padre, que en paz descanse, contaba siempre que en su negocio había un letrero que decía: La confianza se murió, el mal pago la mató.
LEONARDO FARKAS
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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